miércoles, 13 de abril de 2011

¿QUIÉN ES EL SALESIANO COOPERADOR?

El Salesiano Cooperador es un cristiano que envía Dios Padre por medio de Jesucristo y dentro de su Iglesia a vivir una auténtica vocación salesiana participando en la misión de San Juan Bosco, según diferentes estados de vida pero unidos en su mismo espíritu. (CGE, 730. La vocación del Cooperador es un carisma del Espíritu Santo, que es Amor. Se le concede para el servicio salesiano a los jóvenes y al pueblo, en el espíritu de Don Bosco, y en comunión con todos los hermanos y hermanas de su Familia.

El Salesiano Cooperador es un verdadero salesiano en el mundo, con la misma espiritualidad y apostolado que dicta el carisma de la Familia Salesiana. Al experimentar el impulso hacia el apostolado y hacia su santificación como apóstol, ¿Cuál es la actitud que debe tener para lograrlo?

Debe participar en la Asociación de Cooperadores Salesianos con el deseo de una vida cristiana auténtica, tomando en serio el Evangelio al lanzarse a la formidable aventura de la fe vivida y de la vida entregada. Debe recordar que la vocación cristiana es un don porque se recibe de Dios la invitación de poner la vida al servicio del Reino y es una tarea, desde el momento en que es llamado a cooperar en su acción transformadora. El Reino de Dios es una actitud, la actitud que tiene el Salesiano Cooperador desarrollando el apostolado secular salesiano en el mundo, en comunión y colaboración, y según el espíritu de Don Bosco

La espiritualidad del Salesiano Cooperador está en sintonía con el espíritu salesiano, que es un estilo original de vida y acción. Es un estilo propio de pensamiento y de sentimiento  ante el conjunto de aspectos y de valores del mundo humano y del misterio cristiano a los que los discípulos de Don Bosco, acogiendo la inspiración del Espíritu Santo y en virtud de su misión, son particularmente sensibles, tanto en la actitud interior como en el comportamiento exterior (ACGS 86)

El Cooperador participa en la experiencia espiritual de Don Bosco, quien ya desde Valdoco se refería a un cuadro de fe cristiana y eclesial, en la cual el Cooperador “experimenta a Dios como Padre y Amor que salva”, como el autor del plan salvífico dentro de la misión salesiana entre los jóvenes. Ve a Cristo como el “Apóstol perfecto del Padre”, su enviado que como “el Buen Pastor está lleno de solicitud por los pequeños y necesitados”, y como “Resucitado” está con nosotros todos los días, victorioso sobre las vicisitudes humanas. Y se sabe “motivado por el Espíritu Santo”, que lo sostiene a ser un Cooperador siempre y para siempre. Y como “Cooperadora”, sabe que Cristo le entrega a su Madre, María de Nazareth, que no deja de cooperar como Madre y Auxiliadora del pueblo cristiano.

El apostolado del Salesiano Cooperador tiene variados matices. Se realiza ante todo en los quehaceres cotidianos. Como cristiano, pone en práctica en todas las condiciones de su vida, el ideal evangélico del amor a Dios y al prójimo. Esto lo hace en todas las situaciones que su calificación secular lo lleva a actuar, en la familia, en el trabajo, en las actividades sociales y recreativas, en la vida política, pero acercándose a los que lo rodean con el estilo de relación típico de Don Bosco 

El Salesiano Cooperador desarrolla su compromiso apostólico prestando atención preferencial a los jóvenes y de modo especial a los que sufren pobreza o abandono, pues siguiendo el deseo de Don Bosco, entre los jóvenes pobres la prioridad hay que dársela a los más pobres, abandonados o en peligro, esto es, a aquellos jóvenes que tienen hambre o son analfabetos, o que por su abandono están expuestos a las drogas, a vivir en la calle, a delinquir. No hay que olvidar a los jóvenes que se exponen a injusticias y ambientes peligrosos en el mundo del trabajo, a quienes Don Bosco procuró siempre con grande solicitud y cuidado. Otro aspecto precioso para Don Bosco fue la solicitud de acogimiento y apoyo cuidadoso a los jóvenes que manifiestan vocación sacerdotal o religiosa, a fin de madurarlas y llevarlas a buen fin, tomando también en consideración ayudar a florecer vocaciones en los jóvenes capaces de llegar a ser apóstoles laicos.

Los Salesianos Cooperadores dirigirán también su apostolado a iluminar evangélicamente los ambientes populares en su misión hacia los adultos, recordando ayudar a las familias de los jóvenes, a fin de apoyarlos en sus esfuerzos de promoción humana y cristiana, sobre todo en ambientes difíciles, proletariado, emigrados y marginados sociales.

El Salesiano Cooperador desarrolla su apostolado desde su entorno familiar y social y hacia la amplitud de todos los campos eclesiales y sociales, uniéndose en los proyectos evangélicos de la Asociación de Cooperadores Salesianos y los desarrollados específicamente desde sus propios Centros, a fin de que su contribución al carisma salesiano tenga un sello laical, partiendo de estructuras preferentemente civiles, socioeconómicas o apostólicas, pues siendo un cristiano que está en el corazón del mundo, ejercita su acción pastoral en el mundo, respondiendo a las necesidades locales como “salesiano”, es decir, siempre como un educador de la Fe. Recordemos que las iniciativas de participación apostólica están de acuerdo con los recursos positivos de los cooperadores, tomando en cuenta su edad y condición, pero siempre en estructuras que favorezcan la unión y colaboración.

Este apostolado lo realiza con un estilo de vida personal marcado con el espíritu de las Bienaventuranzas, que se refieren a los dinamismos fundamentales de la persona humana, como el uso de la libertad en obediencia al plan de Dios, que lo lleva a interesarse del valor de las realidades seculares, como son salud y vida física, familia, trabajo y cultura, dedicándose a ellas con constancia, estudio serio de la realidad con sentido de profesionalismo y finalidad de las cosas al afrontar la existencia con objetividad, cultivando la colaboración y la organización.

Toma en cuenta la administración de los bienes con espíritu de pobreza evangélica, que antes que un hecho económico y social, es una actitud espiritual y religiosa, considerando la condición de cada persona que vive un determinado contexto humano, que tiene responsabilidades familiares y sociales propias y se refiere no solamente a los bienes materiales, sino también a los bienes espirituales, culturales y morales que son más preciosos que las simples riquezas cuando se consideran participación en el misterio de la Liberalidad de Jesucristo, que siendo rico se hace pobre por nosotros. Con esto se quiere recalcar al Cooperador que debe tener la conciencia de que no solamente es propietario sino también gestor de sus bienes con un testimonio de sencillez y sobriedad y un espíritu de solidaridad a no acumular egoístamente propiedades y a no conservar inutilizados los bienes sino conducirlos a una condivisión generosa a la luz cristiana del bien común.

Asume la vivencia de la sexualidad según una visión evangélica de la castidad. Visualiza la castidad como un hecho interior y moral que puede realizarse plenamente cuando la propia existencia está marcada por la presencia viva del Señor. Con esto se quiere expresar que toda situación cristiana comporta su tipo de castidad, ya sean novios, esposos o célibes. Es una continua conquista y además es una fuerza espiritual liberadora que conduce al dominio de sí mismo con naturalidad y delicadeza.

Por último, la primacía de los valores del espíritu, “el sufrimiento, el no a la violencia y el perdón”. A través de una correcta comprensión de la Cruz de Cristo, que es manifestación suprema del amor, llegar a la certeza de que abrir a todos los hombres esos caminos del amor, se instaura una fraternidad universal que significa creer en la caridad divina  Y apoyados en el ejemplo del Santo Padre, recoger el valor supremo de ofrecer el sufrimiento para la instauración del Reino de Dios, haciendo aquí un piadoso recuerdo a Alejandrina María Da Costa, Cooperadora Salesiana a través del sufrimiento, quien ofreció su vida por el apostolado salesiano a los jóvenes.


El Rector Mayor de la Sociedad de San Francisco de Sales es quien gobierna y anima la Asociación, siendo el Superior y Moderador Supremo con potestad ordinaria de gobierno, que ejerce según el derecho sobre la Asociación, sus Consejos, Centros y Miembros. Este mandato lo ejerce con un sentir profundamente evangélico y salesiano, hecho de animación y bondad, orientando su autoridad al servicio total de la vocación de las personas y a la totalidad de la Asociación.  Recordemos el testamento de amor que nos dejó Don Bosco: “El Rector Mayor cuidará de ustedes y de su salvación eterna”.

El artículo 39 del PVA nos dice que ser Cooperador es un compromiso que dura toda la vida. Compromiso que se toma después de una preparación seria, estudiando el Reglamento de Vida Apostólica, al mismo tiempo que se empieza a trabajar en los proyectos apostólicos de los Centros, es teoría y práctica, es poner en acción todo lo que se aprende, entrar así en la misión de Don Bosco como él siempre nos enseñó, “rezar y trabajar”. Como también nos dejó en herencia Madre Mazzarello. Ella decía que cada puntada era un acto de amor a Dios. Recordemos también como nuestros padres nos llevaron a bautizar, compromiso sacramental que nos convirtió en cristianos y marcó nuestras vidas viviendo con amor familiar el ser católicos siempre.

Marco A. Perez Gutierrez SSCC
Enc. Provincial de Formación

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tu comentario de este Blog y ayudanos a crecer